ARMONÍA EN EL CONFLICTO I EL RETO DE COMPRENDER LA REALIDAD

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Comprender la realidad es un asunto que no se limita a la mente. El desarrollo de nuestros sistemas de comprensión pasa por diferentes fases, en las que vamos avanzando para comprender la realidad más compleja. El entender es un asunto de tensión (entender = en-tendere, en-tensión), pues de entrada es el reto de integrar aquello que «no soy yo».
Hay cosas que son más fáciles de entender… Otras más difíciles. Pero, ¿en qué consiste esa dificultad? En que sea algo que consideramos más separado de nosotros o más cercano. La tendencia a ver lo diferente como algo separado nos aleja de ello. Saber vivir en la diferencia es un reto.

 

La realidad somos nosotros mismos, y lo que nos rodea es más o menos del mismo «material» o es algo que hemos generado. Acercarnos a comprender es acercarnos a nosotros mismos, algo al que la tendencia es huir porque, al acercarnos a nuestra naturaleza nos encontramos con una realidad que no gusta: el conflicto.

¿Pero que es el conflicto? En la práctica podemos resumirlo a una palabra: diferencias.
La diferencia más que estar en la realidad, es la realidad. Por eso es un conflicto… Una sopa de expresiones diferentes, cada una en su particular identidad.
La valoración de la diferencia pasa por diferentes fases. Desde la parte emocional es una barrera, pasada por el filtro del «me gusta o no me gusta». La mente genera prejuicios, desde su valor como «verdad o mentira». independientemente de nuestra reacción, el conflicto define la naturaleza de la realidad, lo que ocurre es que la Naturaleza sabe vivirla en Armonía.
La Armonía es el resultado de la existencia del conflicto en una realidad íntegra… Es lo mínimo que podemos esperar de ese sabio que lleva millones de años existiendo, y que en sí mismo es la máxima Belleza manifestada. La Belleza es el resultado visible de la Armonía en el conflicto.

Captar la diferencia pasa por diferentes fases… El sopesar como conducta identificadora de conceptos, poniéndolos en una balanza para aprender de ellos en su comparativa y su diferencia. Esa fase es solamente definir y ya presenta una invitación a la aceptación, que tiene que ver con lo que conocemos como sentimiento. Es el comprender desde el sentimiento. Aceptas porque comprendes… Algo más allá de una simple valoración como diferencia. Es comprender la existencia con el Corazón, comprender su sentido en el mundo. Esta comprensión implica al Amor, que es la misma puerta al conocimiento exacto. El contacto con la misma esencia, una «fricción» en su estado cada vez más puro, donde ya no comprendes… Contemplas. La tensión del entender desaparece, porque aceptas esa diferencia como parte de ti y el mundo. Es Amor, un estado al que podemos considerar más místico que terrenal.
Como es el menos visible, entremos en ello con un ejemplo que de por sí ya es un conflicto… Comprender una guerra, el comportamiento de un asesino u otros asuntos de alto nivel conflictivo. Un reto que la realidad siempre nos pone por delante, en la opción de su existencia como tal, y que tarde o temprano deberemos comprender y amar.

Los conflictos que atentan la vida son parte de la realidad, y como existencia tienen el mismo valor que la alegría y otras expresiones más aceptadas.
Si os fijáis son asuntos no aceptados, porque en la sociedad existe todavía una perspectiva emotiva… Una guerra es un conflicto mayor, es algo que está aunque no la queramos, además la generamos, y como tal debe ser comprendida en un momento u otro de nuestro desarrollo, pues es comprendernos a nosotros mismos.
La realidad puede presentarse en formas muy complejas, y muchas que ni tan sólo imaginamos ahora, pero si existen es porque podemos comprenderla e integrarla. Resolver un conflicto de comprensión de alto grado como puede ser una guerra nos transforma en el amante más grande que hemos podido expresar. El asunto de comprender con el corazón siempre se ha atribuido a los sabios, místicos y personas de alto grado de evolución, pero si está en nuestra realidad, es porque podemos comprenderla.
En este caso, enfrentarnos al reto de amar una guerra… Amarla porque la comprendemos, encontramos su sentido en el mundo, la aceptamos. Son asuntos mayores que llevan a grandes cambios internos en su tarea de entrar en la comprensión de su existencia. El conflicto puede ser mayor o menor, la destrucción también forma parte del existir como medio de regeneración y cambio, porque la muerte valorada desde el sentido de la transformación es una manera más. Un árbol cambia sus hojas, pero no muere, porque su esencia todavía está ahí. Una planta puede hacer su ciclo y morir, pero su vida continúa a través de sus semillas. La muerte es cambio, algo natural en la naturaleza. El valorarlo desde una conducta de apego hace rechazarla, pero eso no significa que no exista.
Lo que existe, tarde o temprano se nos va a presentar para comprender, pues es en esa comprensión donde generamos desarrollo. Los asuntos del mundo cada vez son más complejos, pero ello nos hace avanzar. Como «bárbaros» hemos pasado por fases muy duras, y hemos hecho cosas horribles. Ahora, con un nivel de comprensión más alto debemos comprenderlas, amarlas, aceptarlas… Forman parte de nosotros, somos guerra, odio, muerte… Somos cosas horribles de aceptar, si, pero la realidad es que lo somos, y si queremos cambiar nuestra realidad hemos de aceptarnos. Si no aceptamos no transformamos, todo lo contrario, el odio genera más odio. Transformar el mundo es transformarnos a nosotros mismos, porque nosotros somos el mundo. Si queremos vivir en una realidad mejor hemos de amar estos asuntos. Con una actitud de rechazo sólo generamos más de lo mismo, y el mundo se convierte en algo cada vez más irrespirable, pues mientras exista en nosotros, se manifestará fuera para que podamos comprenderlo.

Cambiarlo depende de nosotros, y la comprensión es algo que cada uno ha de resolver dentro. Aunque observemos todas las referencias externas posibles que nos inspiren, la decisión y la acción son de cada uno.
Meritxell Castells 4/10/2014

 

photo credit: Guache

1 Thought.

  1. Hola Víctor, el conflicto empieza en la misma diferencia, identidades con diferentes direcciones que conviven en un mismo espacio que representa la integridad de todas ellas, una «convivencia en armonía». Para apreciar esto, es necesario salir de la dualidad bien-mal con la que se clasifica todo. El concepto de conflicto no es más que eso, «flechas» en diferentes direcciones. Visto así no parece que sea grave, pero la palabra en sí puede asustar. Cojamos por ejemplo dos direcciones completamente contrarias, una excluye a la otra. Además, una se identifica en base a la existencia de la otra, porque, simplemente, es aquello que no eres tu. El verdadero encuentro con tu SER del que hablas, es la conexión esencia con esencia, algo que implica la identificación del punto común entre ambas. En la Naturaleza, es la unidad como ecosistema, la Armonía que es el resultado de ese conflicto «integrado». El asunto es que el conflicto no desaparece, porque sería perder la identidad. No es necesario, la armonía puede existir en el conflicto, sin excluirla. Este asunto ahora se nos presenta como reto resolverlo conscientemente, dentro y fuera de uno mismo. Gracias por la aportación! Saludos 🙂

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