ATENTADO AL CORAZÓN DE LAS NACIONES

Carta dirigida a los miembros de la mesa del Parlamento Europeo

Apreciados señores,

Me dirijo a ustedes para poner de manifiesto una cuestión de gran importancia relacionado con el artículo 10.1 de la Constitución Española (pilar fundamental de la Carta Magna sobre los derechos fundamentales del ser humano). Un artículo que gira en torno a la dignidad humana así como también -y cito textualmente- “al fundamento del orden político y de la paz social” y a sus “derechos inviolables que le son inherentes”.

En este sentido, esta norma reconoce que la dignidad de un individuo es intrínseca a toda persona; un ser humano es correcto no porque lo digan las leyes, sinó porque está escrito en su condición natural. Cuando las leyes civiles no reconocen esta dignidad se convierten en leyes inhumanas; como sucedió hace un siglo con el surgimiento del movimiento nazi en Alemania. 

Déjenme exponerles en cuatro puntos por qué considero que se está atentando contra la dignidad humana y todo lo que eso significa. 

1. La dignidad humana se sustenta en la diversidad, no en medicamentos

Hay que tener presente que la dignidad humana se fundamenta en la biología y sobre todo en la diversidad natural: estamos hechos de átomos y el átomo en su comportamiento expresa las leyes de la materia. En este sentido, los medicamentos son sustancias ajenas a la vida que alteran las funciones naturales -por eso generan efectos adversos- de manera imprevisible para cada ser vivo. Las normativas en cuanto a las dosis de riesgo se aceptan sin tener en cuenta la acumulación de la sustancia en el tiempo, acumulándose en los organismos y ecosistemas, hasta llegar a un punto de “masa crítica” efectiva para un efecto concreto. 

Los medicamentos constituyen un atentado silencioso en el tiempo a la química natural de nuestra biología y a la del planeta. Ningún gobierno u organización tiene derecho a obligar a un ser humano a usar drogas, pues le está obligando a alterar su biología generando un precedente indeterminado a su conducta correcta, de la cual no se responsabiliza. 

Por lo tanto, ante una emergencia sanitaria el gobierno debe proporcionar una alternativa no medicamentosa para llevar a cabo la ley de protección de sus ciudadanos. Debe favorecer (y no obstaculizar) la decisión libre de un ser humano a ejercer dichos derechos. El orden químico natural es el que asegura a un individuo la expresión de su condición humana a hacer lo correcto, y absolutamente nadie en el planeta debe obligar a un ser humano a no ser correcto; y mucho menos coaccionarle si no lo hace. 

2. La preservación de la vida es un derecho universal

Todo gobierno debe aprender a decidir sobre estos asuntos -está en nuestro desarrollo-. El progreso es no dañar, y la organización mundial de la salud debe obrar según la primera directriz médica “Primun non nocere” (primero no dañar), y dar espacio al desarrollo correcto sin producir efectos adversos. Es incoherente ver como, de un lado, las medidas de control en vigencia tienen como objetivo conservar la vida -cuya expresión principal es la diversidad- y, del otro lado, los mecanismos para realizarlo pongan precisamente en peligro inminente lo que se intenta salvar. Por lo tanto, no hay una fundamentación lógica sobre los medios invasivos de la biología individual que pretenden ser utilizados para esta causa.

Cualquier país civilizado tiene el deber de encontrar la manera de fusionar seguridad y derechos, pues ninguno de los dos deben ser vulnerados.

La medicina avanzada es la que actúa desde la máxima efectividad, respetando la bioquímica natural de los seres vivos y los ecosistemas de la Tierra. Todo puede solucionarse, pero hay que dejar de ir en contra de la vida y del desarrollo de las especies. La vida empezó hace millones de años gracias a bacterias, y ahora la medicina mata a nuestros creadores. El equilibrio del planeta está seriamente comprometido y a la mayoría no parece importarle. Esta es la alarma que nos tiene que hacer reaccionar.

3. Estar inmunizado es estar en paz con el planeta

La inmunidad es una capacidad natural e intrínseca a todos los seres vivos desde hace millones de años, que les permite relacionarse dentro y fuera de su ecosistema. Está fundamentada en la integridad y en la conexión, y es la que determina las posibilidades de relación. La inmunidad no es defensa, sino interacción. Estar inmunizado es poder estar saludable con cualquier ser vivo del planeta. En términos prácticos eso es paz.

La inmunidad natural es la única inmunidad capacitada para asumir todos los retos del planeta sin dañar, pues está en constante desarrollo. Es la fuerza de la supervivencia que lleva perfeccionándose desde hace millones de años, y debe ser considerada como posibilidad, pues es la que asegura el orden químico natural correcto para la vida, el orden social y la paz mundial. Potenciar la fortaleza de un individuo es potenciar la fortaleza de una nación.

La gestión de la emergencia sanitaria vivida en el año 2020 ha desplazado estos valores. Es más, ha incidido totalmente en lo contrario, llevando a los ciudadanos y al país a su expresión más deprimente, desconsiderando las facultades naturales y la opción a potenciarlas para salvarse la vida. 

El potencial humano ha sido desconsiderado e introducido como vulnerabilidad en las entrañas del pensamiento. Es un ataque a la fortaleza de las naciones representada por la fortaleza de sus ciudadanos. Las medidas aplicadas alteran la inmunidad dejando al individuo y a los países en una situación de vulnerabilidad, preparados para la devastación total en caso de guerra (biológica o de otro tipo), efectos del cambio climático, etc. Un territorio con menos ciudadanos o sin ciudadanos en estado óptimo es fácil invadirlo. Y dado que ha existido una imposición de medidas que han demostrado además ser incorrectas, saltándose acuerdos internacionales sobre seguridad y derechos humanos, interfiriendo en el consenso científico, el derecho a la investigación y debate, etc. Quiero incidir en que consideren seriamente este punto.

Quien controla la química cambia el orden de las interacciones. Y esto es un control de los países y del comportamiento de los ciudadanos. La falta del instinto natural de conservación del propio medio como muestran claramente otras especies, es prueba de ello. Es una alteración de las bases de la dignidad humana.

4. Se está atentando contra las naciones

Interferir en La información sobre conservación natural de la vida, desarrollo para el progreso, y en el deber de contribuir en la verdadera inmunidad de un país es un atentado al corazón de las naciones, y bajo ningún concepto debe ser interferida, ni desconsiderada oficialmente.

Las vías de desarrollo de la inmunidad humana deben presentarse con total transparencia y con la intención de la conservación de los valores que fomentan la verdadera fortaleza de un país con todos lo que lo constituye, incluidos los reinos de la naturaleza.

El Progreso de un país se mide por el valor que sus habitantes le dan a una vida, pues es eso lo que nos identifica como especie, y con este valor nos presentamos a las estrellas.

Así pues, debe respetarse el espacio de cada individuo en lo que respecta a la decisión individual de su evolución y desarrollo. Ningún gobierno ni organización debe interferir en este momento tan delicado de la existencia humana.

La función del poder es facilitar la opción, abrir posibilidades para facilitar nuestra definición como pueblo de La Tierra. Por lo tanto apelo al derecho natural, el sentido innato de justicia que reside en vuestra condición humana para llevar adelante decisiones decisiones que permitan trascender la situación actual. 

Les manda un saludo cordial, 

Meritxell Castells

2 Thoughts.

  1. la salud nuestro derecho, nadie puede decir sobre su vida si no uno mismo ,el poder para decidir en todo , la libertad para expresar el saber que bueno es y que no lo es . LIBERTAD

    • La salud es el estado natural de un ser vivo, porque solo significa ser uno mismo. En uno mismo está todo. Ser la propia flecha es integridad. Gracias por el comentario 🙂

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