Nuestra materia es el «hardware» que usamos para hacer intercambios con el entorno, y es el mismo entorno el que condiciona su forma, pues la naturaleza crea según necesidades. Cuando nuestra dirección es consciente, somos nosotros los que dirigimos nuestra propia creación. Un Ser Humano es amo de sus propias substancias, pues busca conscientemente sus «materiales» para crear su estructura de contacto con el entorno, dirige su atención hacia ello conscientemente.
El entorno inconsciente predomina en la gran mayoría de la sociedad, y ha sido el que ha determinado nuestra manera de conectar con las cosas. Esto sigue siendo así, a través de todo el bombardeo de información que si no te aíslas, no la esquivas.
La conciencia sobre este tema, y el desarrollo individual que cada vez más queremos llevar a cabo libremente, nos enfrenta a la necesidad de que escoger las propias substancias sea un derecho.
Empecemos por las químicas, que son las que se han llevado a debate. Las que forman nuestra materia física. Los alimentos transgénicos, pesticidas, elementos químicos que introducen en lo que ingerimos…
Tras este proceder impositivo…¿hay alguna intención consciente? Algo como nuestra estructura interactiva no pasa desapercibido para el que sabe realmente lo que supone. Socialmente no se da importancia más que en la salud, y ese aspecto es de fácil solución, aunque no lo parezca.
La falta de información de la identidad de un producto tiene un componente todavía más profundo.
El derecho de mostrar una identidad al otro es una cuestión de interacción consciente, y esto empieza a ser necesario para todos.
A partir de aquí, uno puede escoger su propia materia prima dentro de una diversidad alimentaria que en estos momentos está limitada a elegir entre un producto de origen natural o no.
Este proceder por parte de la legislación es un aspecto más que pone en duda la verdad, expuesta desde el no reconocimiento de una mentira. No dicen que es transgénico pero tampoco afirman lo contrario.
Los conflictos se están llevando adelante con más conflicto. Son parches…que sustituyen las funciones biológicas, el orden que llevamos en nuestra materia viva. El margen se estira en todos los campos…en la alimentación, las substancias tóxicas generan una oportunidad a desarrollar capacidades orgánicas que mejoran nuestra materia, pues aprendemos a transformar si enfocamos el asunto de manera evolutiva.
Aún así, el derecho es hacerlo libremente. Y esto es algo que determina el conocimiento que tengamos para poder decidir lo que nos es más adecuado. De momento lo hacemos, aunque inconsciente. Si aparecen todas esas substancias es porque la sociedad no compensa la actitud cómoda de no resolver el problema desde el orden natural de las cosas, algo ya existente y que se sabe que mantiene la vida.
Aún así, aprendemos en esta adversidad como os he contado.
La necesidad de opción trae el desarrollo hacia el Ser humano si se usa para avanzar, algo que estamos haciendo ahora desde el conflicto generado por este «margen de la vida». La cuestión es si avanzaremos sin él… Quizá todo esta imposición de substancias sea un regalo, pues el mismo consumidor que elige comer un alimento no etiquetado, no pone objeción a no saber.
De todas formas, la verdad acaba saliendo, pues estamos en época de evidencias, aunque no veamos más que mentiras, lo que hemos de valorar es que las vemos. Y eso es la verdad que lo neutraliza todo.
Lo que existe, sea oculto o no, va a salir, porque estamos llevando la conciencia a la misma conexión, y la información existe. Vamos a conocer todas esas substancias que nos están introduciendo, y que solo conocemos una pequeña parte. El derecho aparece cuando estamos dispuestos a tenerlo, y aparece desde el individuo, o sea, cada uno individual e internamente decide si quiere tener el derecho a saber. Se trata de la propia substancia…y en lo propio, podemos decidir.
Escrito por Meritxell Castells el 9/11/2013