El límite se define en aquello que nos es más favorable trascender en un momento concreto de nuestra historia. Es aquello que más nos cuesta porque rompe con la costumbre que se ha creado al funcionar con ello. Esto pasa porque la naturaleza funciona con el mínimo gasto de energía. La costumbre es un piloto automático, una inercia que condiciona acontecimientos en una reacción en cadena para que todo salga según lo hemos previsto.
Hemos vivido una época de «puentes», personas que te comunicaban con la verdad cuando no estabas preparado para hacerlo tú. Y han funcionado como líderes. El poder sobre el conocimiento supone una gran responsabilidad, pero cuando este empezó a ser requerido como algo de todos, hubo un límite que no se superó. Los que tenían la responsabilidad de dejar que el otro aprendiera por sí mismo no querían perder su estatus. Esto generó una resistencia a trascender, y los que dirigían el conocimiento, entraron en la corrupción.
¿Por qué motivo? Porque lo que es una necesidad es susceptible a ser secuestrado si se busca poder.
El poder solo existe hacia algo que es muy valioso, y el conocimiento en estos momentos es muy valioso porque nos aporta ubicación. Saber lo que somos es necesario para generar cualquier movimiento…algo de mucho valor en tiempos de desarrollo de la voluntad individual.
Para avanzar debemos salir de este rol. El héroe en estos momentos es uno mismo hacia sí. Enfrentarse a la propia transformación es el acto más difícil en esta época.
Hay un pasaje del libro «El Quijote» que define este asunto. Apareció en la película «Verbo» del director Eduardo Chapero-Jackson. Dice así:
«Quien quiera que seas, que frente el temible lago estás mirando, si has venido a encontrar el bien, que hundido bajo estas aguas negras se haya. Muéstranos sin más tu fuerte pecho, y arrójate…en su negro líquido mójate, una y otra vez, hasta que tu vida encuentre algo. Si no es así, enójate y sigue. Pues si así no lo haces, no serás digno de ver el hermoso signo, que llevas dentro de ti»
Donde está el mayor reto, aparece el héroe y en estos momentos es uno mismo. Los acontecimientos requieren transformación, y no hay nadie excepto tú que puede cambiar tu voluntad.
Hay una visión algo errónea del problema actual, pues se alimenta la línea del victimismo, de esperar que sean los otros los que resuelvan los problemas, los que te aporten conocimiento… Esto debe desaparecer pues la necesidad de tomar nuestro propio impulso es más que relevante. La mayoría en la sociedad continúa en la rabieta de querer seguir igual, tapada con victimismo, esta vez con conciencia de ello pero con un no-reconocimiento. La existencia de voluntad está muy clara, pero la está alimentando la emocionalidad y la persistencia en un estado cómodo. Esto se ve en el rechazo a la verdad, al conocimiento en general.
Si miramos el asunto desde el liderazgo. En los artículos «el negocio de la idefensión…» y «El verdadero poder, la identidad» os expuse el tema del poder, pues solo existe hacia uno mismo. Esto es algo difícil de entender viendo el problema actual, que aparenta sometimiento y no se valora la acomodación de las personas a no gestionar sus propios asuntos, que tienen que ver con el desarrollo de nuestra heroicidad, nuestro poder. La salud, el conocimiento, las decisiones personales que afectan a todos…son los más evidentes.
Está claro que un héroe no es un líder, pues no ejerce poder, solo destaca por sus actos. Pero analizando el problema actual, desde el héroe visto como el que salva a la sociedad, vemos que no estaría permitiendo que la sociedad reaccione. Seguiría alimentando el mismo problema. Pero si la heroicidad se expresa en uno mismo, dejas opción a que el otro reaccione, desarrolle poder y crezca. La acción ahora es individual, con ello aportas opción mediante el ejemplo de tu conducta. La realidad es que no puedes aportar nada más que el principio de la autodeterminación, transmitido desde la posición del igual, valorando a cualquier persona como su propio héroe en potencia… Pero es esta la acción que ahora hace falta, ninguna otra.
Escrito por Meritxell Castells el 15/11/2013