Muchas veces se dice que la parte fuerte de un asunto va por dentro. En el caso de lo que quiero contaros, es así. Por ello no se contempla socialmente, aunque es fácil observarlo en quien se pare a pensar, y no tenga objeción de verse a sí mismo.
A lo largo de la historia hemos estado alimentando unos acontecimientos que nos sitúan hoy en día en el error de una sociedad que no sabe pensar por sí misma, y que depende de otros en cuanto a sus funciones que le permiten evolucionar.
No ha pasado nada sin consentimiento… Y la prueba está en que sigue pasando.
El capitalismo, una educación saturada de elementos inútiles, una medicina destructiva… son algunas de las manifestaciones que alimentan esta dinámica, que no finaliza, ni lo hará hasta que la sociedad aprenda la lección que antecede a la acción en todo este asunto, el resurgimiento de su poder.
Evidentemente hay intereses porque todo esto no se realice, y no me refiero solamente a los que están ahora en el poder, sino a los que no quieren tomarlo. Esta intención, se ha llevado a acabo a partir de expresiones que hoy en día ya deben finalizar…por ello están en crisis. Observemos el capitalismo…la tergiversación del intercambio de bienes…¿Cómo clasificaríamos esto? Podemos decir que es emocional, el deseo de un estatus social, de ser amo del valor máximo que se considera, la vida, que siendo incapaz de ser amo en sí mismo, lo busca en otros. Este pequeño matiz se comprende observándolo químicamente. Podemos decir que no, que es avaricia, que tenemos lo nuestro y que queremos más. Esto, químicamente no existe. Desde una parte de nosotros que no somos conscientes de momento, se mueven los hilos de nuestras acciones, en una exactitud tremenda. Lo que ya tenemos, no lo seguimos buscando. Y sí, vemos gente con mucho dinero y avaricia…pues realmente no lo tienen. Está con ellos, pero no lo han integrado, de ahí la insatisfacción.
Tomar decisiones es algo que requiere valor. La creencia en uno mismo es parte de una trama para despertar la honestidad que cataliza todo este cambio. Donde se ve más claro es en la salud, como os he explicado en anteriores artículos. ¿Quién se atreve a curarse a sí mismo? De entrada nos han inculcado que es el médico el que cura, más bien el medicamento… Algo que es imposible, pues la verdadera cura existe dentro de la expresión de la vida. Lo que vivimos ahora son parches. Para llegar a la cura se ha de conocer el modelo de salud, algo que la medicina basada en dependencias no ha encontrado, ni encontrará, pues no se basa en esos principios. Es imposible que exista algo tan arraigado a la propia vida sin que en ella misma exista la capacidad o los elementos para reconducirla. En la salud, lo único que hay que hacer es favorecer la vida, algo que la medicina actual no tiene en cuenta para su actividad.
La sociedad se condena a no ser una entidad de seres pensantes, capaces de llevar su propia vida individualmente. Y, si no eres capaz de ser tú mismo, no puedes estar en armonía con el resto. Los conflictos sociales cada vez se hacen más agudos porque cada integrante de la sociedad no quiere ser un ser íntegro. Los conflictos actuales nos ponen de frente en este asunto, pero supone algo tan duro de realizar, que es fácil entrar en las suculentas garras de los que prefieren que nos quedemos sin saber. Nada es forzado, como os he dicho, es un pacto libre. La prueba está en que viendo la opción, y entrando además en queja, la sociedad sigue igual. Un individuo empieza realizando cambios en sí mismo, esto es completamente posible. Si cada uno se ocupa de encender su lámpara, la iluminación del mundo es un hecho.
Esta idea no interesa a un sistema que prefiere seguir en el camino del poder, y alimenta la cobardía de la sociedad, asumiendo también el papel de querer ser verdad (por ser otro elemento de poder), con ideas que alimentan todavía más esa actitud inmóvil, el miedo y la posición cómoda de no buscar la verdad por uno mismo.
Pero el tema y no lo olvidéis es un pacto… La población entrega su poder, pero como es algo que en en fondo no es posible, los que gobiernan también se condenan a no tenerlo nunca.
Nada pasa que no permitamos… Hay una libertad a saber la verdad, siempre está disponible, es parte del pacto, pues el poder no puede darse con sometimiento, no existe como tal, aunque no lo parezca.
Hemos de ver dónde estamos dónde nos ha llevado este pacto… Es la base del sistema actual. Nos hemos condenado nosotros mismos, y somos nosotros los que tenemos que romper con esto.
La sociedad quiere estar en este estado, es una verdad y hemos de reconocerlo, aunque siempre exista la información de cómo romperlo. Para salir, solo ha de querer ser Verdad, y llevarla a cabo, por encima de su propia acomodación.
Escrito por Meritxell Castells el 27 septiembre 2013