La comunicación es esencial en un desarrollo donde el intercambio de información favorece el conocimiento consciente de todo lo que existe. Os he explicado muchas veces que lo sabemos todo, pues en nuestra materia viva llevamos toda la información de todos los tiempos. Desde la vida todo está conectado, es un inmenso tejido donde la información parece superpuesta en cada expresión. De esta manera, llegamos a todo, porque somos ese todo de posibilidades.
Conectar desde la vida no es la única manera, aunque es la que tenemos de base y en nuestro desarrollo también está el aprenderla conscientemente.
La mente y la conciencia trabajan en equipo para dar identidad a cada una de esas partes. Así como desde la vida lo sabemos todo, desde la mente nuestro trabajo es hacerlo consciente.
Si toda la materia se vive diferenciadamente, de entrada la información que tenemos parece que sea más, pues la estamos diferenciando (diferenciar no es separar, sino definir). Antes el átomo era una sola cosa, ahora ha aumentado considerablemente nuestro conocimiento de lo que hay dentro… Todas esas partículas siempre han estado ahí, y hay más! Con nuestro desarrollo estamos haciéndolo consciente, pues saberlo, ya lo sabemos…tenemos millones y millones de átomos.
Y cuantas más cosas hay, más opciones de combinación. Parece que la materia ha encontrado una vía de proceder, en la que desarrollamos otra manera de juntar los elementos de la existencia.
Cuando hay interacción hay desarrollo, porque intercambiamos, juntamos…la mezcla en sí misma es exquisita, contemplamos una constante creación de nosotros mismos.
Algo tan importante tiene que tener un gran sentido… Analicemos el asunto.
En la materia viva, la interacción es un reconocimiento de todos los seres, pues tenemos esa «esencia» común que caracteriza a la vida como tal. Podemos verla en muchas expresiones. La proporción áurea, el orden natural, el equilibrio de los ecosistemas, la geometría de las estructuras químicas, la precisión de las formas, la belleza… En mi opinión la vida es lo divino. Cada minúscula manifestación se reconoce a sí misma en todo lo demás. Es lo que nos permite la convivencia simbiótica.
La vida es previsible…es el orden natural de la existencia, que evoluciona hacia una forma libre, y que mantiene su legado para avanzar en conviviencia. Reconocernos nos permite 2 cosas: Llevar la autoconciencia a la materia viva, a partir del cerebro físico que se encuentra en desarrollo en estos momentos, y dar un salto hacia una expresión fuera de la previsibilidad, o sea nuestra expresión libre.
Para que la interacción se lleve a cabo solo hace falta una cosa… RECONOCERNOS, algo que a priori nos parece evidente.
Nos reconocemos desde la vida o desde la conciencia. Desde la vida existe ese reconocimiento como os he contado, pero los cambios que estamos viviendo en nuestra materia viva lo están frenando. El principal contribuyente a esos cambios es la introducción de material transgénico en nuestra genética, así como otras substancias que hacen que la materia viva deje de ser tal. Un grano de maíz transgénico no es un grano de maíz… Lo mismo pasa en una persona. Nuestra mezcla genética tiene un orden, pues de ella depende lo que nos hace funcionar.
La vida está dejando de ser ella misma, y el reconocimiento esencial por esa vía se está perdiendo. Esto puede observarse en las relaciones cotidianas, donde se entra en conflicto sin sentido visible. La persona se siente incómoda con todo, hay más «crispación». Es como si se perdiera ese «saber estar» natural. El estado es como una inquietud interna, similar a la que sienten las personas con cáncer. Es un estado de no-reconocimiento celular del propio tejido. Si hacemos una analogía del cuerpo con el planeta, los cambios en las personas o en los árboles serían como células enfermas de cáncer. Cuando pasa esto, mantener el orden natural va a ser algo que no se va a poder hacer desde la vida.
Es entonces cuando debemos hacerlo desde la conciencia.
Esto lo podéis ver con claridad analizando las diferentes sociedades. Aquellos pueblos que tienen más conciencia conviven mejor. La armonía pasa a expresarse de un ecosistema virgen a un ecosistema consciente. El punto entre-medio, es conflicto.
De manera natural, nuestro desarrollo en la diferenciación cada vez más pronunciado de nosotros mismos ya comporta que este cambio se realice. Hemos tenido un gran maestro (la vida), ahora tenemos que saber generar estas interacciones por nosotros mismos, reconocernos desde la conciencia.
Nuestra diferenciación cada vez es más acentuada, si además tenemos que generar por nosotros mismos el reconocimiento para poder comunicarnos, vamos a tener que trabajar mucho…poner muchísimo de nuestra parte simplemente para convivir.
Así pues, si perdemos el reconocimiento de la vida, tendremos que generarlo con nuestras propias cualidades desde la conciencia.
Interesante tarea…y por supuesto la lección, si lo conseguimos, de llegar a ver realmente la maravilla que somos cada uno.
Meritxell Castells 31/1/2014