En momentos de máxima tensión, el poder se manifiesta de manera muy pura para poner las cosas en su sitio. Pero ¿qué significa esto de puro? Su estado esencial, sin prejuicios, sin balance moral, sin impurezas ideológicas. Entenderlo, de entrada requiere salir de la dualidad moral (bien-mal) con la que clasificamos los eventos, pues desde ella puede verse como algo destructivo, y de hecho lo es, para descristalizar una conducta social en la que llevamos décadas funcionando es necesario. Nuestra situación actual ya debe a pasar a formar parte de los museos.
Vemos el poder como algo corrupto y no es un asunto exclusivo de la corrupción. Algo se corrompe cuando se excede en alguna de sus expresiones, sea lo que sea.
La realidad en la que se ha convertido el mundo se ha hecho oficial. Lo que vemos pensamos que es la única Verdad, y no es así.
Desde el pensamiento siempre tenemos opción, y la diferencia para hacer las cosas de otra manera y arreglar las que ya hay, es un acto de Conciencia. Entrar en la realidad fuera de las ideas preconcebidas, y fuera de una dualidad moral (bien-mal) que condiciona nuestra comprensión de los hechos es la clave para comprender con la mayor completitud lo que vamos a vivir a partir de ahora. La realidad se presenta de manera más amplia y nos exige entenderla con otras estructuras mentales. La dualidad moral es una limitación. Ha servido durante un tiempo pero ahora debemos considerar más allá de ella si queremos comprender los nuevos eventos.
El poder es algo ansiado pues significa el control del mundo de la materia. Es aquella «entidad» que aporta orden natural, y por lo tanto es la que tiene el control de la vida. A lo largo de la historia, los asuntos de poder se atribuyen al control del dinero, de las riquezas, de todo aquello que creamos o de lo que nos podemos apoderar, como un intento de acercarnos al verdadero poder. Pero la vida no es algo que se pueda poseer ni tener poder sobre ella de la manera que conocemos. Una persona tiene un cierto libre albedrío aunque sea un esclavo. Siempre hay opción, es una ley en la existencia.
En la práctica lo que nos encontramos son intentos de sometimiento total, insaciables pues como os he dicho el poder va por otros asuntos, y al no poder cumplir su objetivo, se corrompe para continuar expresándose indefinidamente dada la imposibilidad de llegar a su fin. Una manera de entenderlo es en el «Mito de Pan», una deidad mitad cabra-mitad humana, que simboliza el deseo hacia lo virtuoso por tratarse de algo de gran valor. La virtuosidad, representada por unas entidades, las Ninfas, a las que Pan desea poseer, y que es imposible, pues cuando llega a ellas estas se convierten en caña o en piedra o en otro componente de la Naturaleza. Este deseo insaciado de Pan lo hace todavía más codicioso, pues nunca cumple su objetivo.
Entonces, ¿Qué es el verdadero poder? Es aquello que asegura el orden de la materia. Lo vemos en lo más puro, en aquello que conserva su estructura original. Las fuerzas de la Naturaleza, el átomo… En ello están las verdaderas leyes, las que están por encima de todo lo que vemos, y son las que dan la explicación más exacta de la realidad que vivimos, en cualquier ámbito.
Para los que desean el control del mundo es el valor más preciado. Se han creado valores como el dinero, que sustituyen como si fuera un escalón hacia el propósito. Algo tan valioso como el verdadero Poder sólo puede tener los filtros de la evolución, protegiéndose de su propia barbarie. Como sociedad hemos llegado hasta donde nos hemos permitido llegar. La sostenibilidad de los fenómenos que descubrimos se contiene dentro de uno mismo. La materia lleva el filtro de su propia protección, expresado en una química que contiene las reacciones de nuestra propia consistencia. Nunca viviremos nada que no podamos sostener, y que no tenga un sentido en nuestro desarrollo. Es una ley en la materia, por la propia supervivencia. Lo que hace que esto sea así, es poder.
Cualquier expresión tiene una química muy exacta, y el orden Natural es un concepto mayor como para dejarlo en manos de corruptos. Nunca alguien de esta categoría podrá llegar al verdadero poder, porque cuando tu evolución te permite contemplar esto, ya eres otro tipo de individuo.
La interacción nunca se consigue desde la posesividad. Lo más cercano a nuestra vivencia es un estado de simbiosis en el que sustituyes el tener por el estar, compartir. Cualquier deseo de tener el mundo es frustrado, porque es imposible. La manera es estar en él es con simbiosis hacia cada expresión de su manifestación, sea una persona o un objeto. La única conquista, es la propia identidad. Cuando eres tú, no necesitas tener al otro. El vacío insaciable desaparece.
¿Por dónde empezamos? Por la primera identidad, el orden natural de la materia viva. Os lo explico.
El verdadero poder es algo que está por encima de la posesión. Es más, no tiene nada que ver con ella. El estado natural más cercano que vivimos es la propia identidad, en la integridad de la completitud de alguna de sus fases. Os pongo el primer paso como ejemplo para que comprendáis lo que os quiero decir. La primera conquista del poder es la de uno mismo como materia viva, que es esa parte de nosotros como expansión de la Naturaleza. Es nuestro organismo físico, un sistema que funciona con las mismas leyes naturales (ley del mínimo gasto energético, simbiosis…). Su máximo representante es el sistema defensivo, podemos llamarle identidad biológica. Cuando un organismo llega a expresar orden natural, restablecerse a sí mismo es algo posible. La materia viva ha existido así millones de años, nosotros somos ello en una parte y llevamos el poder de auto-restablecer nuestro equilibrio como todo ecosistema. Esto es poder, el poder de la vida.
Esta primera identidad falla en la mayoría de de las personas pues de manera voluntaria entregan este poder a un profesional de salud o un medicamento, algo que es simbólico, pues ni el médico ni el medicamento tienen el poder de tu vida. Es un asunto propio, es el Poder del propio valor.
El poder más anulado en el mundo es este, y es el primero que tenemos que restablecer. Es la base de las siguientes fases de la identidad.
Cuando uno tiene el poder de curarse a sí mismo tiene el poder sobre su vida… Un gran valor.
A partir de aquí analizad. Cuando la vida se ve amenazada, sientes que no eres nada, cualquier cosa que tome el control aprovechando el miedo social es considerado poder, y lo pones por encima de ti sin cuestionártelo, te entregas al medicamento, anulándote a ti mismo.
Esto ya no tendría que pasar, el conocimiento para restablecer nuestra primera identidad por nosotros mismos está presente en el mundo, pero es rechazado, por ello la sociedad no avanza. Recuperar esto es nuestro primer contacto consciente con el Poder. Si queremos avanzar, podemos empezar por aquí.
Ahora vayamos al asunto del poder en su estado puro para enlazar nuestra historia.
Os he dicho antes que siempre hay opción, aunque la mayoría de las veces pensemos lo contrario. El poder a veces irrumpe sin que podamos hacer nada para evitarlo, destruyendo valores caducos, conductas cristalizadas, restableciendo los ejes de la Naturaleza… Comprender por qué pasa esto no es un asunto fácil, pues de entrada hemos de entrar en el fenómeno de la identidad como algo más amplio. Sí, hay asuntos que parece que están por encima de nuestras decisiones, pero en realidad tenemos mucho que ver. Como Naturaleza, o como materia en sí, somos todos una identidad, con sus propios sistemas de reajustes que se expresan con una química muy exacta. Con el desarrollo, lo iremos comprendiendo, pues el Poder es un asunto que llega con la integridad, desde lo más pequeño a lo más grande.
Meritxell Castells 11/8/2014
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